La Voz Digital - 10/07/2005
El anarquismo no fue el culpable de la derrota de la República en la Guerra Civil española, según ha explicado el historiador británico Chris Ealham, autor del libro "La lucha por Barcelona. Clase, cultura y conflicto. 1898-1937". Ealham considera que "sería injusto achacar al anarquismo la derrota de los republicanos en la Guerra Civil", y apoya su opinión en que "si no hubiera sido por los anarquistas, el alzamiento habría triunfado en Barcelona en julio de 1936 y los acontecimientos habrían sido muy diferentes".Para el historiador, "el anarquismo se derrotó a sí mismo durante la Guerra Civil en el momento en que entraron en el gobierno de la República, algo que traicionaba sus ideales".
El autor opina que el surgimiento del anarquismo en Barcelona tuvo mucho que ver con una combinación de factores, entre ellos, "la actitud y la cultura de la clase burguesa industrial que no era afín a la conciliación con los obreros".
A esta situación se sumó, según Ealham, que el Estado español era represivo y no jugaba un papel reformista, lo que despertó entre los obreros españoles, sobre todo, de Barcelona, la principal ciudad industrial del país, un sentimiento de que "el Estado era incapaz de paliar las condiciones sociales negativas en las que vivían".
En esa misma época, asegura Ealham, "los obreros ingleses tenían una percepción del Estado mucho más benévola que sus homólogos españoles, porque allí el Estado era capaz de darles algo".
El historiador británico cree que la Segunda República trajo más libertades sindicales y creó unas oportunidades que el movimiento obrero no había tenido hasta entonces, aunque paralelamente el nuevo régimen no era permisivo con los obreros.
En contra de los que sostienen la mayoría de los historiadores, a su juicio, "la República reprimió el movimiento obrero porque tenía posibilidad de controlarlo, cosa que no pudieron hacer con los militares".
La relación entre obreros y el gobierno republicano cambió en 1936 porque "durante la Guerra Civil, para salvar el Estado, los republicanos no tuvieron más remedio que alcanzar acuerdos con el movimiento obrero, pero antes habían reprimido más a la izquierda que a la derecha".
En "La lucha por Barcelona" (Alianza Editorial) el autor investiga las fuentes del poder anarquista en la ciudad, que sitúa en el centro de la vida política, cultural, social y económica de España entre 1898 y 1937.
En ese escenario, añade Ealham, se produjo un choque de intereses: "las autoridades centrales luchaban por retener el control de la ciudad española más rebelde; los nacionalistas deseaban crear la capital de Cataluña; los industriales querían construir una urbe industrial moderna; las clases medias perseguían la democratización de la ciudad; y los anarquistas buscaban terminar con la opresión y explotación de los obreros de la ciudad".
Esa dinámica de grupos desencadenó, apunta el historiador inglés, en "un torrente de conflictos, con frecuencia violentos, por el control de la ciudad, tanto antes como después de la Guerra Civil".
Ealham prepara ya un nuevo ensayo sobre los españoles que se exiliaron a Nueva York desde las dos últimas décadas del siglo XIX, una corriente migratoria, ha indicado, "económica de obreros, y política de anarquistas y sindicalistas".
Ha informado de que "muchos de estos españoles formaron una nutrida colonia en Brooklyn, construyeron un movimiento social, organizaron escuelas racionalistas a imagen de las creadas por Ferrer Guardia e incluso mantuvieron un periódico durante más de cincuenta años".
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